Los Nadies

He aquí otra joyita de nuestra compañera Ana García de Motiloa, que me la envía para que la publique, hasta que aprenda ella a hacerlo…leedla escuchándola atentamente…

Hace algún tiempo leí el siguiente fragmento al que llegué por curiosidad a través de su título.

LOS NADIES

Eduardo Galeano (Uruguay, 1940)

El libro de los abrazos (fragmento)

Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al cielo. A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos.- El mundo es eso – reveló-. un montón de gente, un mar de fueguitos. Cada persona brilla con la luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay gente de fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas; algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman, pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca se enciende.

(…)

Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadies con salir de pobres, que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte; pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca, ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte, por mucho que los nadies la llamen y aunque les pique la mano izquierda, o se levanten con el pie derecho, o empiecen el año cambiando de escoba.

Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada.

Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos:

Que no son, aunque sean.

Que no hablan idiomas, sino dialectos.

Que no profesan religiones, sino supersticiones.

Que no hacen arte, sino artesanía.

Que no practican cultura, sino folklore.

Que no son seres humanos, sino recursos humanos.

Que no tienen cara, sino brazos.

Que no tienen nombre, sino número.

Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local.

Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata.

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Posteriormente he podido enlazar con algo que ya mencionaba el protagonista de LA ODISEA, Ulises, que, para protegerse del perseguidor Polifemo, le dice:

«preguntas, Cíclope, cómo me llamo…voy a decírtelo. Mi nombre es NADIE y NADIE me llaman todos»

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La lectura de estos textos me lleva reflexionar sobre el hecho de que muchas personas sobreviven portando su YO en la más absoluta clandestinidad, seres permanentemente invisibles a los ojos del deseo del OTRO. Así su identidad se va diluyendo en un eterno NO_SER cuyo lazo social ha muerto, incluso me atrevería a decir que, en alguno de ellos no ha llegado a nacer. En estos casos la salud mental tenderá a resquebrajarse seriamente.

Desgraciadamente existen ocasiones en las que a alguien se le nombra como DON NADIE, reforzando así más, si cabe, la ausencia de identidad. En otros casos es uno mismo el que se nombra así: “Yo soy un DON NADIE”, haciendo más palpable con esta formulación la presencia de esa ausencia del YO.

Si elevamos al NADIE a la categoría de PERSONA y ¿por qué no? de PERSONAJE, habremos reforzado su yoidad, su identidad pues habremos establecido un lazo de afecto por el hecho de “tenerle en cuenta”, de contar con lo que cuenta, con su palabra.

Resulta curioso asistir a la evolución etimológica de la palabra PERSONA. Vemos que es un vocablo heredado del teatro griego. Se usaba para llamar al actor que está detrás de la máscara que representa al personaje. Es una derivación de PER-SONARE, para darle sonido y designa al que verdaderamente habla, al que le pone palabra a la máscara, al que viene de darles sonido a los personajes que actuamos, esto es, la figura auténtica que está detrás del personaje.

Pienso que si somos capaces de escuchar ese sonido, ese SONARE que viene de los otros, de las personas, seremos capaces de lograr una comunicación más eficaz pues habremos reforzado la capacidad de creer en ellas mismas al haberles escuchado, en definitiva, al haberles valorado.

Estoy convencida de que alrededor del lenguaje gira todo lo que nos hace llegar a ser mejores personas…o peores…

Ana García de Motiloa.

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